Productos de cosmética y tocador deberán contar con información para el consumidor. El origen es lo que causa más polémica

Un kilo de polvo compacto, un kilo de lápiz labial o un kilo de corrector de ojeras puede resultar demasiado. Sin embargo, las nuevas exigencias legislativas obligan a que desde mañana, 15 de marzo, todos los minoristas con áreas de autoservicio tengan que agregar un nuevo dato en la góndola: el precio de referencia del kilo o litro de todos los productos de higiene y tocador que estén a la venta. Y en caso de presentaciones cuyo contenido no supere los 250 gramos o mililitros, la referencia al precio por unidad deberá hacerse a los 100 gramos o mililitros.

Y ese no será el único letrero que deberá estar a la vista. Si las góndolas en cuestión estuvieran ubicadas en territorio bonaerense, también deberá quedar en claro dónde se elabora cada producto. La ley 12.993, sancionada por la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, exige colocar una leyenda en el sector donde estén ubicados los productos locales. En ese lugar debería rezar: «Producto nacional. Elija bien, compre trabajo argentino«.

Para tener en cuenta

Si todo esto se lleva a la práctica -los supermercadistas ya advirtieron que es de muy difícil aplicación– deberá constar que el recientemente lanzado champú Dove de Unilever proviene de Brasil; los productos naturales de Weleda llegan desde Alemania; el perfume Charly, desde Chile; las Curitas, desde Colombia; los productos Klorane, desde Francia, y toda la línea Deep Clean de Johnson & Johnson, desde los Estados Unidos.

La idea, según dicen sus mentores, es impulsar la industria argentina. Aunque no será nada fácil para el consumidor poder llenar la cesta de artículos para la ducha y el relax siguiendo ese criterio. Unilever, por ejemplo, fabrica sus desodorantes Dove, Rexona, Impulse y Axe en la Argentina, donde tiene su centro de desarrollo para toda la región. Al tiempo que mantiene unidades de producción estratégicas en distintas partes del mundo. En otras palabras: en ningún país fabrica todos sus productos. El mismo criterio es el que sigue Procter & Gamble: sus champues los produce en Brasil, sus líneas de pañales en la Argentina y sus desodorantes en los Estados Unidos.

Aunque la vuelta a lo fatto in casa no sólo se relaciona con el patriotismo, sino también con las ventajas competitivas. Los alemanes de Beiersdorf están nacionalizando la mayoría de sus presentaciones bajo el paraguas de Nivea, Curitas, Eucerín, Labello y Atrix y esperan que este año 80% de su cartera sea de manufactura local. La argentina Issue también intensificó su producción criolla. Antes importaba su línea de cuidado facial Bioré. Sin embargo, hace menos de un mes puso en el mercado sus cremas Neva Hills para competir con precios mas ajustados al bolsillo local.

Oportunidades en marcha

La empresa de capitales nacionales Capilatis fue una de las que aprovechó este amor por lo nacional apenas se decretó la devaluación: a todos sus productos les adhirió un sticker con la leyenda «industria nacional«.

La ley provincial que apela al «compre argentino» todavía no está reglamentada. Y tanto los representantes de la industria como los del comercio minorista están trabajando para buscar una forma de implementación que no sea engorrosa. También advierten que en la actualidad la normativa de identificar el origen de los productos ya está prevista en reglamentaciones de vieja data: todos los productos de cosmética deben indicar el lugar de elaboración en el mismo envase como una obligación previa a su salida al mercado.

Al mismo tiempo, fuentes consultadas por Infobae admitieron que los países de donde provienen muchos de los artículos importados -el de mayor peso es Brasil– podrían sentirse afectados y considerarlo como una medida que intenta frenar las exportaciones de productos hacia la Argentina.

Por Cristina Kroll

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