Las “droguerías fantasmas” salieron a la luz durante estos días, de la mano del revuelo que causaron entre la opinión pública los ilícitos relacionados con distintas transacciones en el mercado de los medicamentos ilegales. Esto, de alguna manera, está poniendo sobre el tapete el sobredimensionado mercado de las droguerías en la Argentina.

De acuerdo a los datos de la ANMAT hay en el país 445 droguerías autorizadas para realizar tránsito interprovincial.

En este listado están agrupadas empresas de la talla de Droguería del Sud, Droguería Monroe Americana y Suizo Barracas. Son las tres, que en conjunto concentran el 70% del mercado en el país.

Claro que además de las líderes hay otras droguerías reconocidas que forman parte de la Asociación de Distribuidores de Especialidades Medicinales (ADEM). Es el caso de Kellerhoff de Rosario, Cofarmen de Mendoza, Cofaral de Tucumán, Acofar de la provincia de Buenos Aires; y Disval y Asoprofarma de Capital Federal, entre otras.

En total ADEM tiene 30 droguerías miembro. Este número parece desproporcionado frente a las casi 500 empresas que están avaladas por la ANMAT para comercializar entre provincias.

“Esto es debido a que la Cámara exige altos standares para poder asociarse”, según dijo Alberto Galache de la ADEM, a este medio.

Las empresas deben ser droguerías integrales, certificar cadena de frío, contar con depósitos adecuados y certificar un cierto número de clientes. En definitiva, deben contar con el sello de las Buenas Prácticas de Distribución de Productos Farmacéuticos.

Y dentro de la ADEM también están inscriptas las droguerías de tipo “oncológicas o especializadas”. Scienza, Rofar y Meta, forman parte de esta cámara sectorial y cuentan con sistema de trazabilidad propio.

Así mantienen un alto diferencial respecto de las droguerías oncológicas que por estos días resuenan en los medios.

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