La Unión de Kioskeros de la República Argentina (UKRA) se calzó los botines y envió a la prensa un comunicado de tono duro.

“Distintas agrupaciones de farmacéuticos han denunciado durante el último tiempo el peligro de adquirir medicamentos fuera de la farmacia ya que podrían ser productos falsificados o adulterados de los que se desconoce su origen”, afirman.

“Sin embargo, desde la Unión de Kioskeros de la República Argentina asociación en la que agrupamos a 110.000 comercios, queremos comunicar que la mayoría de los medicamentos de venta libre que se venden en nuestros locales son comprados en farmacias autorizadas que los comercializan al por mayor”, subrayan.

“Por lo tanto, al ser adquiridos en las mismas farmacias que reclaman ser el lugar donde la salud del consumidor está protegida, no existiría la posibilidad de que esos medicamentos estuvieran adulterados o fueran falsos: esas farmacias compran a las droguerías, que a su vez compran los medicamentos a los laboratorios. Es decir, que se respeta la cadena natural del canal farmacéutico que asegura la buena calidad del medicamento”, declaran sin tapujos.

La UKRA cree que “las denuncias infundadas de ciertas asociaciones de farmacéuticos, son parte de una campaña para lograr la aprobación de una ley que ya cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados y que hace referencia a la modificación de la Ley 17.565 de Ejercicio de la Actividad Farmacéutica y que establece que el expendio de los medicamentos de venta libre sólo podrá ser efectuado en farmacias habilitadas”.

“Durante estos días hemos presentado diferentes cartas con pedidos de audiencia para debatir y evitar el avance de este proyecto de ley al Defensor del Pueblo de La Nación, al Defensor del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y a la ministra de Salud Graciela Ocaña”, explicó Eduardo Medaglia, presidente de UKRA.

En el comunicado destacan que “quienes impulsan la medida insisten en que es la farmacia el lugar donde se cuida a la población, pero estimaciones recientes indican que las farmacias -que según los farmacéuticos son parte del sistema de salud- venden más del 50% de los antibióticos sin exigir la receta correspondiente. Estos medicamentos requieren una máxima vigilancia sanitaria y, como lo establecen las autoridades, deberían ser expendidos bajo receta archivada”.

La UKRA recuerda que la ANMAT cataloga como de venta libre a los fármacos de uso común para dolencias que no merecen consulta médica y que se utilizan para afecciones transitorias leves y eventuales en donde en general es innecesaria la participación de la farmacia.

Y razona: “Si el Estado considera que no es necesaria la presencia de un médico, ¿cuál sería el aporte sanitario del farmacéutico; o siendo más realistas: del empleado que está en las farmacias con un guardapolvo blanco pero que no es un farmacéutico?”

Luego concluye: ¿será que quien atienda un kiosko o un autoservicio deberá vestir un guardapolvo blanco para poder  reunir las condiciones necesarias para expender un medicamento de venta libre?

 

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