Varias farmacéuticas argentinas tienen acuerdos con pares de Japón, segundo mercado del mundo

Merck Sharp & Dohme decidió comprar Banyu Pharmaceuticals, que se convertirá en la mayor filial del grupo fuera de los Estados Unidos. Merck inició la alianza con Banyu -que nació en 1915 y es una de las primeras 10 farmacéuticas en Japón– hace más de 50 años y, con el acuerdo, sigue los pasos de sus rivales GlaxoSmithKline y Roche, que en los últimos tiempos han reforzado su presencia en Japón, que es el segundo mercado farmacéutico del mundo.

Roche se convirtió en la quinta compañía del sector en Japón por volumen de ventas tras fusionarse con Chugai Pharmaceutical en el 2001. Por su parte, Glaxo firmó un joint venture con Shionogi para el desarrollo de fármacos contra desórdenes neurológicos.

El mercado japonés está en el foco del healthcare. Sucede que cada vez es más difícil desarrollar nuevas drogas. Por lo cual el acercamiento al continente asiático tiene un doble objetivo: crecer en volumen y buscar un partner que cuente con sólidas bases para sacar al mercado nuevas moléculas.

Hasta los laboratorios argentinos han establecido múltiples alianzas con los nipones. Temis Lostaló, por ejemplo, tiene las varias licencias de los japoneses de Yamanouchi. Con ellos también han firmado un contrato para disponer en la Argentina de todas las novedades terapéuticas que Yamanouchi lance en el mundo.

La compañía está observando y otorgándole relevancia al mercado japonés. Lo evalúa muy interesante porque tiene muy buen nivel de investigación de drogas.

Craveri es otro que cerró acuerdos con japoneses: tiene en su cartera al producto Tanatril de Tanabe Seiyaku y en este mismo momento están negociando alianzas con seis compañías niponas. Bagó tiene acuerdos con Fujisawa y Roemmers con Nippon Kayaku.

Ahora no hay ningún laboratorio japonés en la Argentina y los analistas no creen que se decidan a desembarcar en este contexto macroeconómico. El único antecedente es el del laboratorio Otsuka, que hace algunos años había llegado de la mano de Sintyal, pero cuando la empresa fue vendida a Searle y más tarde a Pharmacia el acuerdo se desvaneció.

Hay que tener en cuenta un dato que no es menor: no todos los medicamentos tendrían éxito por estas latitudes.

Sucede que los problemas de salud de los orientales responden también a sus pautas culturales y, por lo tanto, no todas las drogas podrían ser comercializadas en los mercados occidentales.

Por Cristina Kroll

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