El laboratorio argentino Purissimus está en su etapa terminal salvo que aparezcan fondos frescos y nuevos inversores que quieran inyectarle al menos u$s 2 millones.

Parece mentira que un laboratorio que supo ser insignia de investigación y desarrollo haya llegado a este estado de ahogo financiero.

Luego de haberle vendido sus productos de farma al grupo Mega Pharma, la compañía presidida por Raúl Fernández se quedó solamente con su negocio de hemoderivados y por tanto, desactivó su planta de elaboración de medicamentos básicos. Ver artículo.

Sin embargo, y a pesar de haber recibido los ingresos por dicha venta, su flaca economía lo llevó a que a estas horas ni siquiera esté elaborando sus hemoderivados. Encima su competidor estrella -el laboratorio de hemoderivados perteneciente a la Universidad Nacional de Córdoba– está muy activo y con ello alcanzaría para abastecer la demanda local de derivados del plasma humano, como albúminas, inmunoglobulinas y gammaglobulinas. Ver documento.

Purissimus llegó a ser el segundo jugador del mercado de albúmina e inmunoglobulinas detrás de Universidad de Córdoba.

La UNC cuenta con la provisión de plasma de los servicios de hemoterapia de los hospitales nacionales y provinciales y también llegan desde Uruguay y Chile, quienes los pagan con producto terminado como albumina y gamma IV. Ver video.

En este nuevo escenario, lo que llama la atención es por qué no aparece ningún candidato dispuesto a invertir para reflotar este negocio, tanto sea en carácter de accionista como a través de una adquisición.

Aunque la falta de interés, y de candidatos tenga su origen quizás en que la desaparición de Purissimus no mueva demasiado el tablero del «plasma local«. Por lo pronto, el grupo Mega Pharma ya dio una muestra de su falta de interés cuando el año pasado adquirió solamente las marcas de medicamentos de Purissimus y no se interesó por sus hemoderivados.

Para este análisis es bueno recordar que UNC no es el único que participa en este negocio centrado en los derivados del plasma, -que es la porción de la sangre que permanece después de que se eliminan los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas.

También intervienen todos los gigantes de la elaboración de hemoderivados de alcance global. Se trata de los norteamericanos de Baxter que participan con derivados del plasma para el tratamiento de la hemofilia y otros trastornos de sangrado; y con bioterapéuticos derivados de plasma para el tratamiento de la inmunodeficiencia, quemaduras y otras condiciones relacionadas con la sangre.

Otro protagonista es la suizo-australiana CSL Behring, que  tiene su centro de operación argentina en Olivos, dentro de la propia headquarter del grupo Roemmers. Produce terapias de coagulación para el tratamiento de la hemofilia, inmunoglobulinas para tratar trastornos inmunológicos, y la unidad critical care. Tiene cuatro plantas a nivel global y centros de recolección en Estados Unidos y Alemania.

Se destacan asimismo los españoles de Grifols, que tienen ocho plantas productivas en el mundo, y en México su única facility de Latinoamérica, a la vez que tienen 150 centros de donación de plasma en Estados Unidos.

La sangre, según lo explican en Grifols, tiene un 7% de proteínas y anticuerpos que ayudan a mantener las funciones vitales del organismo. Por lo que el déficit de alguna de estas proteínas, como la albúmina o las inmunoglobulinas, son la causa de diversas enfermedades cuyo único tratamiento se basa en la administración de hemoderivados.

Las proteínas convertidas en medicamentos, son la terapia habitual de millones de personas que los necesitan para vivir. Ver artículo.

El nacional Varifarma trabaja a nivel local representando a la suiza Octapharma que tiene seis plantas de producción en el mundo, y su única manufactura latina se encuentra en México. Su trabajo está soportado por 54 centros de donación de plasma ubicados en los Estados Unidos.  Otapharma elabora derivados de proteínas humanas para el uso en las áreas de inmunoterapia y hematología.

Fuentes consultadas por Pharmabiz y que conocen de cerca el negocio afirman asimismo que es muy poco probable que a alguien del rubro de farma le interese mantener una planta que se encuentra en una zona tan cara de Buenos Aires y que está al límite de no cumplir con las reglas para permisos de una planta industrial en un área residencial.

Por lo cual, parece que el único peso que podría tener esta planta es su mero valor inmobiliario, el que por supuesto no es menor.

Hoy a Purissimus, además del codiciado edificio, sólo le quedan algunos certificados y el equipamiento relativo a hemoderivados. Todos los equipos de farma -tanques, pailas y otros-, ya se malvendieron para sostener los sueldos, lo que no fue suficiente porque todavía la compañía está adeudando los pagos de diciembre y el 40% del segundo sac.

Puertas adentro, Laura Joyce Babinsky, la esposa de Fernández, hace lo que puede ya que su marido está delicado de salud y alejado del negocio. Ella trata de entender sobre albúminas y reactivos pero se suma el limitante de que es extranjera y no logra una sintonía fina a pesar de su buena voluntad.

Los hijos de Fernández no quieren involucrarse en el negocio, tal como sucede con otras compañías farmacéuticas, donde la segunda generación ha decidido no seguir el camino familiar. La única esperanza es la aparición de un angel investor para esta compañía que de lo contrario, tiene los días contados.

Este angel investor deberá tener en cuenta que producir hemoderivados en la Argentina no se torna fácil. La ley de Sangre sancionada en 1983 determina que la provisión de plasma tiene que ser realizada a través de donaciones. Resulta una gran diferencia con el principal proveedor de sangre global, Estados Unidos, donde cada donante recibe una paga de u$s 300 al mes. Ver Ley de Sangre.

 

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