Esta nota está apoyada en datos que surgieron de la propia experiencia de esta periodista y autora de este artículo. Describe el funcionamiento de la cadena de tiendas locales y especializadas en el diseño de cejas, Guzel.

En octubre del año pasado, la cadena Guzel, especializada en el diseño de cejas, convocó a los medios locales a un evento en el que dio a conocer que tomaba la representación de la marca RefectoCil, propiedad de la austríaca GW Cosmetics.

Se trata de una línea que incluye tinturas y otros accesorios de decoloración y tratamiento de cejas. En el evento incluso estuvo presente la global Head Training, de la firma europea, Marlene Szutner que se llegó especialmente a la Argentina para esta actividad celebrada en el Palacio Paz. Luego de concluida la presentación, la firma local invitó a las periodistas presentes a tomar un servicio en alguno de sus brow bars. Fue por esto que pude asistir a uno de los salones a fin de comprobar in situ las características de su tratamiento de decoloración y posterior coloración.

Todo resultó exitoso hasta este fin de semana. Esto es porque me acerqué hoy sábado 18 de marzo al local situado en avenida Santa Fé 2160, en Barrio Norte. Lo que me dio la bienvenida fue un balde recogiendo el agua de una mega gotera situada al abrir la puerta. Claramente no era posible trabajar en esas condiciones, pero el equipo me recibió como si nada anormal sucediera.

Aunque la sorpresa más relevante llegó posteriormente cuando al solicitar el servicio de decoloración que ya me había aplicado dos veces, la primera por invitación y la segunda abonando el pertinente arancel, me informan que la empresa no cuenta con un fichero en el que se registren los servicios que toma cada cliente y por tanto, las browistas presentes no sabían qué color aplicarme. Esto surge porque a las dos empleadas que me habían atendido en el pasado, les es permitido quedarse con la información del cliente para sí: una ya no formaba parte del staff, y la segunda no trabajaba los días sábados.

De modo que pude observar que de nada valió el evento glam que la empresa montó el año pasado. En segundo lugar, llama la atención que las propietarias Brandão Neves, y Carola Bilinkis, dejen liberada  la información de sus clientes -el principal activo de un negocio– al arbitrio de sus empleadas, y no lo mantengan a resguardo a fin de llevar adelante un negocio que pueda ser sustentable en el tiempo. Ver artículo lanzamiento.

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