La pandemia del COVID-19 golpeó de manera directa en diferentes industrias, y la de la cosmética de lujo fue una de las más afectadas. De cara al futuro, las empresas del sector están repensando sus estrategias. Los locales propios y sin intermediarios se barajan como una de las alternativas.

El negocio de la cosmética de lujo se vio impactado por la cuarentena. Y todo indica que seguirá fuertemente comprometido. En paralelo, las grandes marcas del segmento pierden en todo el mundo socios fiables y efectivos en el eslabón de la venta y la distribución.

Según analistas del mercado consultados por Pharmabiz, las cadenas de perfumería deben enfrentarse a costos en ascenso que ven esmerilada su rentabilidad, y esto se constituye es un caldo de cultivo para que el lujo cada vez tenga menor espacio de crecimiento.

En toda la región compañías como Estée Lauder, Coty, Revlon y L’Oréal encontraron en el modelo B2C, sin intermediarios, la alternativa para recuperar la rentabilidad que el segmento venía perdiendo en las grandes tiendas.

Así por caso, en la región, la norteamericana Estée Lauder encontró una alternativa exitosa para Brasil: optó por un modelo B2C sin intermediarios. Primero instaló islas de MAC en shoppings y luego se lanzó a la inauguración de tiendas propias. Estas se configuraron como una opción más conveniente, pues al momento de trazar el balance entre costos, comodidad y espacios para exhibición de productos, los beneficios fueron contundentes.

El mercado mexicano ya es terreno fértil para que varias marcas de cosmética de lujo abran sus tiendas propias. En 2018, Burberry -bajo el ala de Coty– y Elizabeth Arden -perteneciente a Revlon-, desembarcaron en el país. Y lo mismo hizo la cadena de cosmética Bobbi Brown, propiedad de Estée Lauder. Ver artículo.

En tanto, la francesa L’Oréal también tomó para algunas de sus marcas un camino similar. De hecho, con Kiehl’s cerró su operación en Brasil, pero tiene locales propios en la Argentina. Son cuatro tiendas, la mayoría ubicadas en shoppings. Una está en el Unicenter, otra en el Alto Palermo y la tercera en Galerías Pacífico. Hoy la cuarentena las mantiene cerradas, con el local de Palermo Soho como el único en funcionamiento. Ver artículo.

Ahora además con la tienda departamental Falabella, que está tambaleando y no encuentra un socio en el país, el lujo tiende a perder cada vez más espacio. En la a estas horas desierta intersección de Florida y Sarmiento, las marcas de lujo continúan operativas en las islas de la tienda de origen chileno, pero todo se hace cuesta arriba con escasa circulación de gente en la zona. Ver artículo.

Claro que el retroceso del lujo en la Argentina ya tiene signos concretos desde antes del comienzo de la pandemia. En el año 2018, el shopping de lujo creado por los dueños de la marca de indumentaria María Cher tuvo una corta vida, ya que el frustrado Editor Market, no duró mucho tiempo operativo. Ver artículo.

Previo a ello, en el año 2014, el grupo L’Oréal le bajó las persianas a su emblemática Maison Lancôme ubicada en Buenos Aires. La misma oficiaba como una especie de embajada en la que se convocaban a celebrities y a periodistas a testear lo último en make up y tratamientos. Esas pocas tiendas propias incluso quedaron reservadas a mercados muy específicos. Ver artículo.

 

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Florencia Lippo
Redactora multimedial [email protected]

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